Al igual que muchos de ustedes, he pasado las últimas horas con un ojo en la pantalla de televisión. La devastación es impresionante. Muchas preguntas están circulando. ¿Cuánto tiempo durará? ¿Cuán extenso es el daño? ¿Tendrá la tormenta un impacto sobre la elección presidencial? Hay una pregunta que es mucho más fundamental y que está surgiendo; no en los noticieros, sino en los corazones de las víctimas y los testigos. ¿Dónde está Dios en esta tormenta?”
Los discípulos de Jesús hicieron una idéntica pregunta. “Inmediatamente después, Jesús insistió en que los discípulos regresaran a la barca y cruzaran al otro lado del lago mientras él enviaba a la gente a casa. Después de despedir a la gente, subió a las colinas para orar a solas. Mientras estaba allí solo, cayó la noche. Mientras tanto, los discípulos se encontraban en problemas lejos de tierra firme, ya que se había levantado un fuerte viento y luchaban contra grandes olas.” (Mateo 14:22-24)
Lo que nosotros vimos en la costa este de EE.UU., los discípulos vieron en el Mar de Galilea. Olas altas y furiosas. Su bote pesquero es azotado. El cielo retumbaba sobre ellos, el agua se agitaba debajo de ellos. Yo me pregunto si ellos se preguntaban, “¿Dónde está Jesús? Él nos dijo que subiéramos al barco. Ahora ¿estamos solos en la tormenta? ¿Dónde está él?”
¿La respuesta? La oración. “Él subió a las Colinas para orar a solas.” Jesús hacía de la intercesión Su prioridad. ¿Él sabía acerca de la tormenta? ¿Podía sentir los vientos? ¿Y ver los truenos? Sin duda. Cuando Él sintió el peligro, escogió orar.
Todavía lo hace. Ofrece intercesión incesante a nuestro favor. Él “ahora está a la derecha de Dios, rogando por nosotros.” (Rom. 8:34) Él ora por nosotros a través de la tormenta. Y, en el momento preciso, nos encuentra en la tormenta.
“…Todavía estaba oscuro cuando Jesús se acercó a la barca. Iba caminando sobre el agua.” (Mateo 14:25) Jesús fue la respuesta a Su propia oración. Él entró en el turbulento mundo de Sus amigos y los alcanzó.
Él está haciendo lo mismo en este mismo momento. A través de las manos firmes de los primeros en responder. La compasión de los médicos. La bondad de los vecinos. La generosidad de gente como tú. Vemos solo una pequeña porción de Su actividad. Pero sabemos esto: Él todavía aparece en las super-tormentas de la vida.
Este es un tiempo turbulento para nuestro país. Luchando con la economía. Conflictos internacionales. Un electorado dividido. Y ahora, una tormenta sin precedentes. Jesús encontró a sus discípulos en medio de su tormenta. Pidámosle a Él que camine en medio de la nuestra.
Vía: Max Lucado