A veces dudamos de la Presencia del Espíritu Santo en nuestras vidas. Pensamos que Dios nos ha dejado, especialmente cuando:
- nos toca pasar por pruebas,
- estamos cansados,
- tenemos temores o angustias,
- tenemos dudas sobre el futuro,
- o cuando sabemos que hemos fallado.
¿Piensas que Dios desaparece y reaparece en tu vida ocasionalmente? ¡No, en absoluto! Quizá haya momentos en los que “no sientas” la Presencia de Dios, pero más allá de tus sentimientos, hay una realidad eterna, y es que Dios nunca nos abandona. Nuestros sentimientos a veces no se corresponden con la realidad; de hecho, a veces podríamos decir que son “sentimientos”. Lo que sentimos, en ocasiones, no es más que una distorsión de la realidad.
Smith Wigglesworth, el famoso predicador, solía decir: “No me dejo influenciar por lo que siento. No me dejo influenciar por lo que veo. Sólo me dejo influenciar por lo que creo”. Y esto es lo que declaraba el apóstol Pablo: “¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?” (1 Corintios 3:16).
Esto significa que Dios está siempre en ti. Cada día, a cada instante, el Espíritu Santo está en ti, desde que te levantas hasta cuando te vas a dormir. Su presencia está contigo, en ti. ¡Él no te deja, está contigo 24 horas al día, los 7 días de la semana!
Querido(a) amigo(a), te quiero invitar a creer, por fe, que el Espíritu de Dios habita permanentemente en ti. Ha hecho de ti Su casa, Su templo, y Él nunca te abandonará.
Oremos juntos ahora: “Padre, de agradezco por recordarme que vives en mí, y que has hecho de mí el templo de tu Santo Espíritu. Por la fe, creo que estás siempre conmigo y que nunca me abandonas. Por la fe, creo que me conoces y que me ayudas en mi día a día. En el nombre de Jesús. ¡Amén!”