En medio de tus muchas ocupaciones diarias, hoy quiero invitarte a que te detengas por un instante, a que levantes tus ojos al cielo y a que medites sobre la majestad de la morada de Dios. Echa un vistazo a tu alrededor y observa cómo la tierra resuena con Su perfección, cómo la naturaleza se hace eco de Su belleza y Su sensibilidad.
Un día, el salmista también miró a su alrededor, y esta alabanza surgió de su boca: “Se extiende por los cielos su majestad, de sus alabanzas está llena la tierra” (Habacuc 3:3). Sigue leyendo «¡Déjate fascinar por Dios!»