De joven, estudié en la escuela de hostelería. Ni que decir tiene que me gusta cocinar, pero aún más comer =) Creo que esto forma parte de los placeres de la vida que Dios nos otorga, entre ellos compartir comidas con familiares o amigos.
En aquella época aprendí acerca de la importancia de los (buenos) aliños. En efecto, un aliño fallido puede estropear hasta la mejor pieza de carne o de pescado.
Creo que nuestro corazón y nuestra vida son un poco como “la materia prima”, que se puede “aderezar” con cosas buenas o malas. Es este aliño el que le da sabor a nuestra existencia.
Hay cosas que pueden alimentar tu vida, tales como la Palabra de Dios, el gozo o la paz de Cristo. Estas son buenas influencias, “buenos aliños”. Sin embargo, el miedo, la duda o el temor son malas influencias, malos razonamientos que producen un sabor amargo en nuestra vida si les damos lugar.
Me gustaría en este día ayudarte a poner fin a esos pensamientos de miedo, si es tu caso, confesando y meditando estos versículos:
“Jehová es mi fortaleza y mi escudo; En él confió mi corazón, y fui ayudado, por lo que se gozó mi corazón, y con mi cántico le alabaré” (Salmo 28:7).
“Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida, y se traspasen los montes al corazón del mar” (Salmo 46:1-2).
“No temáis, ni os amedrentéis; ¿no te lo hice oír desde la antigüedad, y te lo dije? Luego vosotros sois mis testigos. No hay Dios sino yo. No hay Fuerte; no conozco ninguno” (Isaías 44:8).
Jesús ha pagado el precio para que seas libre, ¡libre también del temor! Lee Su Palabra cada día para que el miedo se vaya y dé lugar a la fe en tu vida de una manera triunfante.