Cuando una situación parece que no se puede cambiar, la oración puede parecer una pérdida de tiempo. Si mi día está repleto de actividades antes incluso de haber empezado, pasar tiempo en oración puede ser solo una cosa más de mi lista de tareas. Sin embargo, estoy seguro de una cosa: ¡la oración, lejos de hacernos perder el tiempo, nos ayuda a ganarlo!
“Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa, y abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes” (Daniel 6:10). Sigue leyendo «¿Te gustaría ganar tiempo?»